Hábilmente Lucía nos zambulle en su mundo de vibrantes colores y emocionales memorias botánicas. Rodeados de bouquets florales voluptuosos y complejos, creeremos reconocer flores de azahar, violetas, lilas, jacintos, jazmines o proteas entrelazadas en una sinfonía embriagadora.

Si hacemos zoom, no encontraremos huecos vacíos, porque todas las superficies están llenas de una gran fuerza vital expresada con pinceladas libres de ideas preconcebidas. Cada obra es un pequeño retazo de lo que, como un pattern textil, podría repetirse ilimitadamente cubriéndolo todo.

Parecido a la década de los 60 y 70, pero con otras estrategias, la artista nos habla de una actitud positiva hacia la vida, de la alegría, la paz, el amor y, de la sanación.

Disfrutemos y contagiemonos del despliegue refrescante de estas cautivadoras obras en la que afortunadamente, sin necesidad de batalla, el poder del BIEN es el que gana.
Curaduría y texto: Valeria Fiala
